De la naturaleza mágica a la robotización dramática

Escrito por Carlos Villasís Endara   

Desde la forma inicial, desde el germen primero concebido por el Artista NICOLÁS HERRERA, hasta el último toque de sus manos, hay un largo proceso de creación y de búsquedas conceptuales, en aras de la unidad compositiva final. Dándonos la idea, de que la creación artística no es un acto espontáneo y gratuito sino sumamente complejo y laborioso.

Es su búsqueda de un reordenamiento en el tiempo, donde el espacio se sensibiliza y juega con las formas. Es una especie de recreación de la naturaleza un reordenamiento compositivo de las formas en el espacio y en el tiempo.

El concepto de imitación de la realidad visible tal como lo percibe el ojo humano, es diferente a lo que concibe este Artista: su fuente de inspiración no es únicamente el mundo que le rodea y que trata de conocerlo expresivamente, sino también el mundo del espíritu, en conjunción con los adelantos científicos y mecánicos computarizados…

La representación formal de los personajes -en algunos casos el mismo Artista-, de los insectos, de la misma naturaleza, no se fundamenta únicamente en la percepción visual; ya que, según la distancia del o los modelos y de los disímiles objetos, se determina su volumen. Sucede, por tanto, una nueva escala o canon de «tamaño espiritual», donde la proporción de los objetos aumenta o disminuye, en relación directa con su proceso creativo.

La representación de los cuerpos de los seres humanos, de los árboles, de los insectos, de los frutos, pasa por un personal proceso de «robotización de la realidad», donde la perspectiva, como técnica de representación espacial, adquiere otras significaciones.

NICOLÁS HERRERA no intenta copiar ni figurar espacios humanos y naturales, ni tampoco ubicarlos en ambientes conocidos y similares. Es un predominio del planismo en la composición, sin la perspectiva natural, ya que pretende estéticamente aludir a realidades de otro orden, mecánicamente idealizadas.

Lo representado en cada una de sus obras, se atiene a una «lectura» más inteligible que sensible, con predominio de elementos metálicos robotizados, que lo decorativo y ornamental. Incluso, cuando introduce en la escena elementos espaciales de ambiente, les asigna funciones especiales a cada una de las figuras e introduce singulares alusiones de carácter «cinematográficos».

Las composiciones se apoyan básicamente en el dinamismo o movimiento interno del cuadro y están relacionadas con la composición formal; ya que las formas las utiliza para expresar el movimiento, la luz, el color…

No trata de representar las figuras en movimiento, para no caer en la falacia de las apariencias, sino la búsqueda de la dinámica y de los ritmos internos de las figuras en cada cuadro; siendo la luz, el elemento compositivo predominante: gracias a la obtención equilibrada de manchas cromáticas, de impactos de color dominantes, logrando composiciones con efectos considerables de profundidad y cercanía. Éste sistema compositivo, basado en el color, lo desarrolla al máximo en cada una de sus obras.

Quito, enero 6 del 2010

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